El número 10: historia del dorsal más mítico del fútbol

En el fútbol, cada dorsal tiene su propia historia y un significado especial según la posición que representa. Sin embargo, hay un número que ha trascendido lo táctico para convertirse en algo mucho más grande: el 10. Este número no es solo un dígito en la espalda, es un símbolo de talento, visión y personalidad. Tradicionalmente lo han llevado los jugadores más creativos del equipo, aquellos capaces de inventar lo inesperado, de liderar desde el juego y cambiar el destino de un partido con una sola jugada. El 10 es sinónimo de magia sobre el césped.

¿Por qué el 10? Un número con raíces tácticas

La numeración en las camisetas empezó a popularizarse en el fútbol durante los años 20 y 30 como una forma práctica de identificar a los jugadores durante los partidos. En las formaciones clásicas de aquel entonces, como el 2-3-5 o el 3-2-2-3, el número 10 solía estar reservado para el mediapunta o el segundo delantero. Era ese jugador con libertad para moverse por todo el frente de ataque, encargado de crear jugadas y conectar el centro del campo con los delanteros. Básicamente, era el cerebro del equipo en la zona ofensiva, con llegada al área y capacidad para decidir partidos.

Con el paso del tiempo, los esquemas tácticos evolucionaron, pero la figura del "10" se mantuvo como el jugador diferente. Aunque su posición en el campo ha variado según la idea de cada entrenador, su esencia sigue siendo la misma: es el que lleva la batuta, el que toma decisiones importantes y al que todos miran cuando el partido se complica.

El nacimiento de una leyenda: Pelé y el inicio del mito

La historia del dorsal número 10 no sería la misma sin Pelé. Fue el futbolista brasileño, cuyo nombre completo es Edson Arantes do Nascimento, quien le dio al número 10 un aura casi mágica. Todo comenzó en el Mundial de 1958, cuando, con tan solo 17 años, deslumbró al mundo entero con su talento desbordante, su capacidad goleadora y su instinto futbolístico fuera de lo común. Aquella camiseta con el 10 en la espalda se convirtió en un símbolo de grandeza.

A partir de ese momento, el número dejó de ser un simple dorsal para representar algo mucho más profundo: creatividad, inspiración y liderazgo dentro del campo. Pelé marcó un antes y un después, y con él nació la leyenda del número 10.

La huella que dejó Pelé fue tan profunda que transformó por completo el significado del número 10. Ya no era solo un número en la camiseta, sino un emblema del fútbol más puro y vistoso. Su influencia se extendió mucho más allá de los títulos o los goles: definió una forma de entender el juego, basada en la inspiración, el talento natural y la capacidad de liderar desde la creatividad.

Desde entonces, tanto en selecciones como en clubes, el dorsal 10 pasó a estar reservado para ese jugador especial, el que lleva la batuta en los momentos clave, el que ve lo que otros no ven y es capaz de cambiar el rumbo de un partido con un solo toque. Así nació una tradición que, décadas después, sigue viva y cargada de significado.

Maradona y el alma del número 10

Si Pelé convirtió el número 10 en un símbolo universal del talento, Maradona lo llenó de magia, drama y emoción. Su actuación en el Mundial de 1986 no fue solo brillante desde lo futbolístico, fue épica. Maradona dominó ese torneo con una mezcla de clase, valentía y genialidad que pocas veces se ha visto en un terreno de juego. Aquella camiseta celeste y blanca con el 10 en la espalda se volvió un icono del deporte mundial.

Desde entonces, en Argentina, el dorsal 10 no es solo un número: es un legado. Representa la esperanza de repetir aquella hazaña, de revivir esa conexión tan profunda entre un jugador y un país. Aimar, Riquelme, Tevez, Messi… todos han recibido esa responsabilidad con admiración y respeto. Porque en Argentina, llevar el 10 es más que un honor: es una promesa al pasado y un compromiso con el futuro del fútbol.

Otros 10 que marcaron época

A lo largo del tiempo, el dorsal 10 ha sido sinónimo de grandeza, reservado para jugadores capaces de cambiar el curso de un partido con una sola acción. Zinedine Zidane, con su elegancia y clase natural, lo lució con distinción en la selección francesa, dejando momentos memorables en cada torneo. Ronaldinho, por su parte, convirtió el número en un espectáculo constante, combinando técnica, carisma y creatividad en cada jugada durante sus años en el FC Barcelona. Y luego está Francesco Totti, el eterno capitán de la Roma, que hizo del 10 un símbolo de fidelidad, liderazgo y amor por unos colores.

Muchos otros también han dejado huella con este número en la espalda: Michel Platini con su inteligencia táctica, Roberto Baggio con su magia impredecible, Rivaldo y Kaká con su poder ofensivo, Bergkamp con su elegancia, Modrić con su visión o Neymar con su explosividad. Todos distintos, pero unidos por algo en común: el instinto de asumir la batuta del juego, de guiar a su equipo y dejar su huella en la historia.

Messi y el 10 del siglo XXI

En el fútbol actual, Lionel Messi ha llevado el número 10 a lo más alto, consolidándolo como un símbolo universal de talento y genialidad. Durante su etapa en el FC Barcelona, rompió récords con una naturalidad sorprendente, dejando huella con goles memorables, asistencias imposibles y una constancia que lo convirtió en referente indiscutible de una de las épocas más exitosas del club. Con la selección argentina, tras años de presión y expectativas, logró coronarse como campeón de América en 2021 y del mundo en 2022, sellando así su legado con la albiceleste.

Más allá de sus títulos, Messi ha redefinido el rol del 10 en el fútbol moderno. Su estilo combina inteligencia táctica, precisión y una técnica exquisita, todo al servicio del equipo. Hoy en día, su camiseta es una de las más icónicas a nivel mundial, y su nombre va de la mano con el prestigio de este dorsal. Gracias a él, el número 10 no solo sigue vivo, sino que se mantiene como el emblema del futbolista total, ese capaz de hacer soñar a millones con cada toque de balón.

El número 10 hoy: más que una posición

Aunque la evolución táctica del fútbol ha cambiado muchos roles en el campo y ya no todos los equipos juegan con un mediapunta clásico, el número 10 mantiene su estatus especial. Más que una cifra, es una declaración de intenciones. Suele estar reservado para ese jugador con visión única, capaz de mover los hilos del equipo, de romper líneas con un pase preciso o de cambiar el rumbo de un partido con un gesto técnico. No siempre es el máximo goleador, pero sí el que da sentido al juego colectivo.

Fuera del terreno de juego, el dorsal 10 ha trascendido su función original para convertirse en un auténtico icono. Es el número que sueñan llevar millones de niños y niñas en el mundo, el que asocian con el fútbol brillante y espontáneo. Llevar el 10 implica talento, pero también compromiso con un legado. Representa al jugador que no solo compite, sino que inspira y emociona con cada acción.

Una herencia que nunca se apaga

Llevar el número 10 no es solo cuestión de posición o jerarquía dentro del equipo; es abrazar una historia llena de magia, presión y grandeza. Para muchos futbolistas, representa un honor inmenso y una motivación extra para brillar. Para otros, puede ser un desafío que exige estar a la altura de lo que significa vestir ese número. Pero en todos los casos, el 10 se convierte en un emblema de diferencia, de talento puro y de liderazgo natural.

A lo largo del tiempo, este dorsal ha acompañado a los momentos más inolvidables del fútbol y a las figuras que han dejado huella con su estilo, su pasión y su genialidad. Es un número que emociona, que ilusiona y que sigue inspirando generación tras generación. Porque el 10 no se hereda: se conquista.

Producto añadido a la lista de deseos