Fútbol y política: cuando las camisetas dijeron más de lo que parece

En el fútbol, las camisetas siempre han sido algo más que un simple uniforme. Representan a una ciudad, una nación o una forma de entender el deporte. Pero en ciertos momentos, también han servido para lanzar mensajes que van más allá del terreno de juego. Y es que cuando el fútbol se cruza con la política, a veces basta con mirar una camiseta para entender lo que está pasando.

Cuando un diseño significa mucho más

Hay equipaciones que, por su historia o contexto, terminan generando un impacto mucho mayor de lo que el diseñador tenía en mente. A veces es un simple color o una franja lo que desata la conversación. Otras veces, es el momento en el que se luce lo que le da ese significado especial.

Un ejemplo muy reciente fue el de la selección de Irán en el Mundial de Catar 2022. En su debut, los jugadores decidieron no cantar el himno como señal de apoyo a las protestas que sacudían su país. El gesto, aunque silencioso, hizo que la camiseta blanca que llevaban se convirtiera en símbolo de protesta para muchos.

También el FC Barcelona ha dado que hablar con sus camisetas, como cuando lucieron el logo de Drake, los Rolling Stones o Coldplay en colaboración con Spotify. Más allá del marketing, muchos vieron en ello un mensaje cultural que conectaba el club con nuevas generaciones y con la imagen de Cataluña en el mundo.

Cuando los jugadores también hablan con su camiseta

No solo los equipos han usado la ropa para enviar mensajes. Muchos jugadores han aprovechado el momento de un gol para mostrar una camiseta debajo con un mensaje personal o social. A veces es para homenajear a alguien, apoyar una causa o simplemente expresar algo que sienten.

Marcus Rashford, por ejemplo, ha sido un referente dentro y fuera del campo, usando su imagen para luchar contra la pobreza infantil en Reino Unido. Incluso sin decir una palabra, ha conseguido que sus gestos lleguen a millones. También “Dibu” Martínez ha mostrado camisetas con mensajes que hacen referencia a sus orígenes humildes y a causas que lo tocan de cerca.

Cuando la política se cuela en el vestuario

No es nuevo que las camisetas despierten reacciones. La camiseta de Croacia, por ejemplo, con su patrón a cuadros rojos y blancos, se ha asociado muchas veces con la identidad nacional y el proceso de independencia del país. El FC Barcelona también ha llevado, en varias temporadas, detalles de la senyera (la bandera catalana), algo que ha generado orgullo para algunos y polémica para otros.

En el caso del Athletic Club, sus colores reflejan con fuerza la identidad vasca, y más de una vez han lucido equipaciones con guiños a la ikurriña. Incluso fuera de España hay ejemplos parecidos: el Olympique de Marsella ha hecho de su camiseta una plataforma para luchar contra la discriminación y promover mensajes sociales en campañas concretas.

¿Hasta qué punto debe llegar la política en el fútbol?

A lo largo del tiempo, la FIFA y otros organismos internacionales han insistido en mantener el fútbol como un espacio neutral, libre de ideologías y mensajes políticos. Esta postura se basa en la idea de que el deporte debe unir a las personas, sin importar sus creencias, contextos o diferencias. Por eso, han establecido normativas que sancionan a jugadores, selecciones o federaciones que utilicen la indumentaria oficial para expresar posturas políticas, sociales o religiosas. La intención es preservar la esencia del juego como un lenguaje universal, que trasciende fronteras sin polarizar a sus aficionados.

Sin embargo, en la práctica, mantener esa neutralidad absoluta no es tarea sencilla. Las camisetas, al ser un símbolo tan poderoso de identidad colectiva, muchas veces se convierten en portavoces de una causa, una emoción o incluso una protesta. Basta con un color, una frase o un gesto para que una equipación deportiva trascienda el terreno de juego. Porque cuando una camiseta representa tanto —un país, una historia, una lucha— resulta inevitable que termine comunicando mucho más de lo que, a simple vista, parece.

Una camiseta también puede contar una historia

Al final, más allá de los escudos y los patrocinadores, una camiseta puede convertirse en una forma de expresión. Para los aficionados, puede ser símbolo de orgullo, de resistencia o de identidad. Y para los jugadores, una forma de comunicar sin hablar. Lo que está claro es que, cuando fútbol y política se encuentran, las camisetas siempre tienen algo que decir.

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